Internet transformó la manera en la que nos comunicamos, compramos, comemos, estudiamos y nos divertimos.
También cambió la manera en que trabajamos: derriba las barreras geográficas que separan el talento de las oportunidades laborales y contribuye con la igualdad de género.
Sin internet, no estarías leyendo esto. O tal vez sí, pero impreso sobre una hoja de papel, lo que implica un promedio de 0,000012 de árbol sólo para producir la hoja y el tiempo de transporte desde mi escritorio hacia el lugar en donde te encuentres.
El 29 de octubre de 1969, en California, un equipo de UCLA mandó el primer mensaje a una red de otras cuatro computadoras. La red no se llamaba Internet todavía sino Arpanet (Advanced Research Projects Agency) y era un proyecto del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Inauguraban, sin saberlo, un sistema de comunicación que revolucionó el siglo y que escaló a una velocidad muy superior a la de la conexión de aquel momento.
Cincuenta años después de aquel día, según Internet World Stats, hoy los usuarios de Internet en el mundo somos 4.536.248.808, lo que equivale a aproximadamente el 58% de la población mundial y hay 3.3 mil millones de usuarios de smartphones en todo el globo.
Internet se convirtió en una poderosa máquina de conexión pero también de facturación y en la principal fuente de entretenimiento para todas las edades, entre muchísimos otros usos.
Hagamos el ejercicio de imaginar cómo era comer antes y después de Internet, por ejemplo: de consultar la receta del libro de cocina de la abuela a reproducir una receta en Tasty con los ingredientes que compraste online y que llegan a tu casa. O, directamente, pedir tu pizza preferida en Rappi o Uber Eats que ya conocen tus gustos.
O imaginemos estudiar antes y después de Internet: del profesor en el estrado a seguir por YouTube una expedición a la región que estás estudiando en geografía y hacer videoconferencia con el científico a cargo. Con Google Docs y wikis se puede hacer un trabajo en equipo fuera de las paredes del aula. Desde cualquier aula y desde cualquier lugar del mundo. Hasta recibir un título de una especialidad sin salir de casa.
En todo el mundo, Internet sostiene la economía gig, que cambió el modelo tradicional de empleo full-time dentro de una oficina a empleo free-lance por proyecto y remoto. En Estados Unidos, por primera vez muchos freelancers dijeron que ven en esta forma de trabajar una opción de carrera a largo plazo. El ingreso independiente contribuye casi el 5% del PBI del país, más que industrias como la construcción y el transporte, y está a la par con el sector de la información.
En América Latina, el teletrabajo también es una tendencia creciente. Costa Rica y México ya cuentan con leyes que regulan esta modalidad, y Panamá está en camino de hacerlo. Además de argumentar mayor control sobre su vida laboral y mejoras en su calidad de vida, los freelancers de la región reducen el impacto en la movilidad urbana, que para la mayoría de la grandes ciudades de nuestra región, es un verdadero problema.
El trabajo remoto beneficia a las mujeres, quienes el 51% abandona su trabajo de oficina por falta de flexibilidad y por los modelos rígidos de muchas compañías que aún asocian al trabajo con un lugar al que se va y no algo que se hace.
Hoy gracias a Internet existen plataformas como SheWorks! que permiten que miles de mujeres pueden trabajar y desarrollar sus carreras sin importar en dónde se encuentren. A través de SheWorks! conectamos mujeres profesionales con empresas en busca de talento con oportunidades laborales en la nube. Queremos que miles de mujeres puedan conciliar su vida laboral y personal con trabajo que se ajuste a sus necesidades.
No sólo promovemos el empoderamiento económico para las mujeres sino también las formamos en tecnologías transformativas y disruptivas. SheWorks! Academy es nuestra academia global en Internet para capacitar a millones de mujeres alrededor del mundo en habilidades digitales y trabajo remoto, para que puedan insertarse en el mercado laboral y obtener su independencia económica.
En estos 50 años Internet revolucionó al completo nuestra manera de vivir, pero también hizo del mundo laboral un lugar más justo y democrático para las mujeres. Celebremos Internet: el gran igualador de oportunidades en donde el talento es la única regla.