Las mujeres ganamos un 30% menos que los hombres por posiciones y trabajos similares, a pesar de lograr mayor cantidad de títulos universitarios, maestrías y doctorados. Sin embargo, el escenario laboral post-Covid podría cambiar la ecuación hacia la equidad salarial.
Originalmente publicada en CNN en Español
El trabajo remoto llegó para probar que no todas las decisiones importantes se toman en una sala de directorio. Algunas pueden provenir de una laptop apoyada sobre la mesada de una cocina, con voces de niños de fondo. La pandemia de Covid-19 nos puso a hombres y mujeres por igual a trabajar desde casa, lo que impactó en una distribución más equitativa del tiempo que nosotras y ellos le dedicamos a la familia y al trabajo.
Y, sin embargo, esta realidad no necesariamente significa un progreso en las condiciones laborales de las mujeres. Por un lado, subsiste la brecha salarial que compensa distinto a hombres y mujeres: las estadísticas del 2020 indican 81 centavos de dólar por cada dólar que se le paga a un hombre. Por otro, el impacto de la pandemia fue más negativo para ellas que para ellos: el estudio Women in the Workplace, que publica anualmente McKinsey, revela que las mujeres perdieron sus puestos de trabajo más que los hombres, y las que lo conservaron tuvieron que enfrentar el desafío doble de repartirse entre su profesión y las tareas del hogar, que todavía recaen más sobre ellas.
La buena noticia es que el trabajo remoto permite mayor flexibilidad laboral. Y esto es un beneficio para las mujeres. Las estadísticas indican que la llegada de los hijos afecta la carrera profesional de las madres más que la de los padres: una de cada dos madres abandona su puesto de trabajo y otras buscan soluciones que van desde resignar paga por flexibilidad de horarios hasta optar por carreras freelance o lanzarse a emprender.
Pero el escenario post-Covid puede contener la simiente de un viraje. Aunque la flexibilidad que permite el trabajo remoto no solucionará automáticamente todas las desigualdades de género, el hecho de poder competir estrictamente con nuestras capacidades ya marca otro punto de partida. Porque cuando la moneda de cambio es el talento, la brecha salarial pierde todo su sustento.
Trabajar en la nube multiplica las oportunidades de empleo, que son tantas como profesionales talentosos hay en el mundo, de cualquier género, edad y nacionalidad. Y también tiende a igualar el valor del trabajo. Si antes el salario se definía en base a referencias locales, ahora se establece según pautas internacionales. Tal vez en promedio el salario universal resulte un poco más bajo en valor que el que se maneja en los países más desarrollados, pero permite acceder a oportunidades transatlánticas en las mejores compañías.
La digitalización del trabajo promueve esquemas donde se valoran los resultados. Invertir la ecuación nos ayudará a todos a despertar de esos esquemas obsoletos en los que el profesionalismo todavía se mide por variables externas a la competencia y a la entrega.
Hoy se celebra el Equal Pay Day y trabajamos con convicción en un mundo laboral en donde el salario se mida por el talento, sin sesgos de ningún tipo.